No necesito flores, ni cartas con palabras que carecen de sentido, no necesito joyas ni palacios, ni atardeceres furtivos, ni caballos presos de su libertad, ni amores prohibidos.
Escúchame bien, a veces las palabras sobran, a veces son sólo música perdida. A veces lo que necesitas simplemente es dejarte llevar, soltar las preguntas a las que dan miedo las respuestas, quitarse lo que sobra y arrancarme el vestido.
A veces se necesita pasión, fuego, chispas, y orgasmos de resurrección, de vida, y de amores libres que se hacen reales porque son intensos como el viento en tormenta, y suaves como la brisa que besa los árboles. Esos que son calor en invierno, esos que no se apagan en una fogata, esos que sienten mucho y dicen poco, porque cuando el sentimiento te cubre, no hay que adornarlo, hay que sentirlo, hay que vivirlo, porque te haces consciente de que la vida es un corto viaje y que estamos aquí para valorar los segundos, amar a destiempo, perder el aliento, levantarse y emprender un nuevo vuelo. Danzar con el cambio, abrazar el momento, soñar, reír, llorar, estás vivo ahora. Y estar vivo y consciente de tu tiempo es precioso.
Por eso baila, ve a donde quieras ir, y que el reloj no detenga tus pasos.
Que jamás llegues tarde a tus sueños.
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